Ser madre y ser soltera

«Madre soltera» es, para mí, ser mamá sin estar casada. Pero socialmente se le atribuye éste título a mujeres que, incluso estando casadas y separadas, crían solas a sus hijos. Es de entender que, si bien algunas de estas «madres solteras» son efectivamente mujeres solteras, en todos los casos de crianza monomarental nos enfrentamos a la realidad poco vista del abandono parental: si hay madres solteras, es en gran medida porque también hay padres abandonadores.

Cuando nos encontramos frente a una madre soltera, nos encontramos con una mujer soltera, que es madre y que, con recursos propios (y muchas veces sin o con escaso apoyo) decide sacar adelante a uno o varios hijos. No sólo haciéndose cargo de lo que por naturaleza y deber civil le corresponde, sino que además desarrollando (por mérito propio) habilidades y estrategias para suplir todas las necesidades que este padre ausente, irresponsable y muchas veces indolente, no cubrió.

Ser madre soltera implica a su vez tener que lidiar con el prejuicio y la sentencia de una sociedad que valida a la mujer a través de la presencia de un hombre y que castiga la ausencia de éste. Sentencia y castigo proveniente de personas que no logran ver ni entender la valentía que hay detrás de esta dantesca hazaña de vivir estigmatizada por amar a un hijo.

Francisca*

*: Participante egresada desde nuestra Casa de Protección La Higuera para mujeres víctimas de violencia intrafamiliar y de género. Tras un proceso de medio año, terminó exitosamente su proceso terapéutico.

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