«Hacer proceso»: Una mirada desde la superación

proceso
Del latín processus.
1. (masculino) Acción de ir hacia delante.
2. (masculino) Transcurso del tiempo.
3. (masculino) Conjunto de las fases sucesivas de un fenómeno natural o de una operación artificial.

¿A qué nos enfrentamos cuando hablamos de hacer un «proceso personal»?

En mi experiencia como ex participante de una de las Casas de Protección por violencia intrafamiliar (VIF), al ingresar al dispositivo me enfrenté a la realidad abstracta de “hacer proceso” y honestamente, no entendía de qué «fenómenos naturales» u «operaciones artificiales» me estaban hablando.

Amablemente me explicaron que “hacer proceso”, entre otras cosas, es conocerme a mí misma, reconocer las fortalezas y dificultades propias y hacerme responsable de las decisiones tomadas que me condujeron hasta la Casa de Protecció… ¡¿Perdón?! Yo llegué a esta casa de protección por haber sido víctima de violencia de género, entonces ¿de qué responsabilidades me hablan? ¿Cómo yo podría tener alguna responsabilidad sobre los hechos que claramente me identificaban como víctima? Y fue entonces que, cobijándome en los lazos de confianza que generó el equipo terapéutico, tímidamente decidí sumergirme en este desconocido mundo de la educación relacional. Desconocido hasta entonces.

Para poder “hacer proceso” es fundamental problematizar la situación vivida: responsabilizarse por las decisiones tomadas, entendiendo que la vida que tenemos y el mundo que nos rodea lo construimos nosotras mismas, momento a momento, con la forma en que decidimos relacionarnos con nosotras y nuestro entorno.

En los grupos de ayuda estamos acostumbradas a oír hablar de respeto, empatía, sororidad, diversidad, inclusión… Pero en mi experiencia personal, por el sistema de creencias que me acompañaba hasta ese momento, estos conceptos los relacionaba firmemente con “una otra”: creía que sólo se podía ser empática, solidaria y respetuosa con los demás. Estaba muy lejos de entender que para ser respetuosa, empática, sorora, debía serlo primeramente conmigo misma, porque no  me conecto con las demás mientras no me conecte conmigo misma; no reconocemos ni validamos al resto mientras no lo hagamos con nosotras mismas.

¿Cómo vamos a respetar la diversidad si no vemos que todas somos diversas? Todas somos únicas e irrepetibles y en la medida en que nos conozcamos y aceptemos a nosotras, en todos nuestros aspectos, en la medida en que aceptemos nuestra diversidad, podremos aceptar y respetar la diversidad ajena. Y recién entonces podremos hablar de una real inclusión.

Hoy, a más de un año de mi egreso de la Fundación, puedo decir con firme certeza que “hacer proceso” es simple y complejamente EDUCARSE PARA SANARSE.


Francisca*


*: Participante egresada desde nuestra Casa de Protección La Higuera para mujeres víctimas de violencia intrafamiliar y de género. Tras un proceso de medio año, terminó exitosamente su proceso terapéutico.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *